En agosto de 2024, una situación meterológica adversa importante (DANA) afectó especialmente a Baleares, por lo que ENAIRE, en aras de la seguridad de los vuelos, estableció una serie de regulaciones en el tráfico aéreo.

 

A continuación se explica el porqué de la necesidad de estas regulaciones de los vuelos así como el concepto de rate cero en los aterrizajes a un aeropuerto.

 

ENAIRE, como gestor nacional de navegación aérea, en constante coordinación con EUROCONTROL y teniendo en cuenta también la demanda de las líneas aéreas, puede establecer regulaciones en el tráfico aéreo para priorizar la seguridad por ejemplo a partir de las previsiones meteorológicas de AEMET.

 

Con carácter general, las regulaciones no suspenden las maniobras de aterrizaje y despegue. Ni siquiera lo hace la regulación conocida como rate cero en las arribadas (aterrizajes) de un aeropuerto.

 

El rate cero se adopta para limitar durante un determinado intervalo que no se produzcan despegues de ningún aeropuerto con destino al aeropuerto cuyas arribadas queremos modular o limitar pues están saturadas, pero no con la intención de suspender o interrumpir su actividad.

 

Las regulaciones, adaptan el tráfico aéreo para mantener los flujos de arribadas y de despegues a la máxima capacidad según las circunstancias: capacidad de los pilotos para aterrizar o despegar, capacidad disponible en la plataforma, capacidad del personal de control por el trabajo adicional que provocan los desvíos sobre las rutas nominales de los pilotos como consecuencia de las condiciones adversas, etcétera.

 

Veamos unas ideas básicas en torno a las regulaciones del tráfico aéreo.

 

 

Previamente a su aplicación estas medidas, que darán lugar a demoras en los vuelos planificados, son coordinadas desde ENAIRE con los aeropuertos afectados cuando corresponde y con el gestor de red europeo EUROCONTROL.

 

 

Es responsabilidad del proveedor de servicios de navegación aérea, ENAIRE, analizar continuamente las previsiones meteorológicas para identificar con tiempo suficiente estas situaciones potencialmente peligrosas para las aeronaves y aplicar las medidas de regulación de flujos que sean necesarias para garantizar la seguridad.

 

 

La meteorología adversa puede afectar directamente a los aeropuertos o a sus alrededores y provoca que las aeronaves a veces no puedan aterrizar y/o despegar en las horas planificadas. En ocasiones es necesario aplicar regulaciones con rate cero durante un cierto intervalo de tiempo, cuyo objetivo no es interrumpir el flujo de aterrizajes, sino evitar la acumulación excesiva de aeronaves haciendo esperas en el aire.

 

 

El riesgo de regulaciones se incrementa cuando varios aeropuertos cercanos (por ejemplo los de Palma, Ibiza y Menorca) están afectados a la vez y durante varias horas, pues se reducen las probabilidades de acceder a los aeropuertos alternativos y aumentan las posibilidades de que varias aeronaves lleguen a declarar emergencia por combustible, situación muy peligrosa y que hay que evitar por todos los medios.

 

 

En este contexto hay que considerar que las previsiones meteorológicas no siempre se cumplen con exactitud, al fin y al cabo son previsiones sujetas a un margen de error y, por tanto, en post operación, puede parecer que las regulaciones aplicadas fueron excesivas por la menor afectación del fenómeno meteorológico que finalmente tuvo lugar respecto de las previsiones o que, en caso contrario, no fueron suficientes y demasiadas aeronaves tuvieron que ser desviadas a aeropuertos alternativos para garantizar la seguridad.

 

 

En todo caso es fundamental señalar que durante situaciones de regulaciones por seguridad (como por ejemplo las ocurridas como consecuencia de una DANA en Baleares en agosto de 2024) ENAIRE en ningún momento interrumpe los aterrizajes en los aeropuertos.

 

 

Es necesario considerar que, ante el posible impacto meteorológico en las llegadas y salidas hacia y desde un aeropuerto, no sólo es importante la situación del weather que se percibe a escala local en el aeródromo, sino su impacto sobre el espacio aéreo en un círculo de varias decenas de millas que puede extenderse incluso a otros tramos del vuelo fuera del ámbito de la aproximación.